Los dedos trabados son comunes en los deportes, pero también se presentan durante el curso de las actividades cotidianas. Incluso si el dedo lesionado se ve como siempre y se puede mover con normalidad, puede necesitar tratamiento médico. La anatomía de la articulación del dedo es compleja, y hay varios tipos de lesiones que pueden terminar causando problemas permanentes si se dejan sin diagnosticar y sin tratar.
Los dedos trabados (Figura 1) suceden cuando la punta del dedo queda comprimida hacia la mano. Cuando se comprime el dedo, los ligamentos que apoyan las articulaciones se estiran, es decir, se producen “esguinces”. Los ligamentos son tejidos blandos que conectan los huesos entre sí. Mientras mayor sea la fuerza, más grave será la torsión. Si la fuerza es excesiva los ligamentos se pueden desgarrarse por completo.
Otras lesiones que pueden ocurrir por fuerzas más violentas son desgarramiento de tendones, fracturas (huesos rotos) y luxaciones (Figuras 2 y 3).
Un debo trabado puede derivar en dolor e incapacidad para doblarlo, enderezarlo o agarrar con él.
El médico tendrá que saber cómo y cuándo ocurrió la lesión. El examen físico se lleva a cabo para comprobar la posición del dedo, el movimiento, el dolor y la inflamación. A veces podrían necesitarse otros estudios, como una resonancia magnética o una tomografía computarizada.
Los dedos trabados se pueden tratar con o sin cirugía, dependiendo de la gravedad de la lesión. Algunas lesiones se pueden tratar colocando una tablilla o venda junto con el dedo normal adjunto (Figura 4). A menudo, estos tratamientos se realizan mientras el paciente es atendido por un terapeuta de la mano. Algunas lesiones graves necesitan cirugía. En todo caso, incluso con torsiones simples, el dedo puede permanecer inflamado durante un año completo. Usted y su especialista de la mano determinarán cuál es la mejor forma de abordar su situación particular. Obtener resultados satisfactorios depende de los esfuerzos combinados del especialista, el terapeuta y usted.